Por qué es tan importante desarrollar una correcta visión mental

Conciencia mental

Del mismo modo que aprendemos las emociones dándoles visibilidad mediante adjetivos que las definen, mediante gestos y acciones que éstas emociones generan, es importante desarrollar una correcta visión mental para no quedarnos únicamente con las conductas externas, sino tomar consciencia de por qué hemos tenido esa reacción, qué experiencias o creencias nos han llevado a percibir de una forma u otra una situación, qué grado de flexibilidad y capacidad de adaptación tenemos ante diversas situaciones, y si los pensamientos que tenemos nos ayudan o perjudican a la hora de resolver cualquier asunto.

La visión mental es la base de todo aprendizaje y nos permite acercarnos a la compasión, a la comprensión emocional, a desarrollar la sensibilidad y a actuar con mayor respeto hacia nosotros mismos y hacia los demás.

La verdadera realidad

Antes incluso de que cualquier tipo de información (estímulo) llegue al cerebro existen factores que van a alterar de manera subjetiva el mensaje. Las experiencias modelan las estructuras cerebrales que hacen que podamos sentir y recordar nuestra percepción de esas mismas vivencias. La influencia genética y la estimulación del entorno determina el ritmo en que se desarrollan las conexiones cerebrales. Si no existiera algún tipo de estimulación (como la exposición de los ojos a la luz) el cerebro frenaría su desarrollo hasta que termina desapareciendo.

Además, lo primero que ocurre con el mensaje es que aparece en forma de sensación (sentimos) inconsciente y después se le da un significado (percibimos) consciente o inconsciente. Por todo ello, a veces tenemos reacciones que no sabemos por qué las hemos tenido o nos sentimos de una determinada forma sin saber por qué nos sentimos así.

Las emociones dependen, por tanto, de la cognición que depende de la experiencia, de la genética y de la estimulación ambiental. Por ello es necesario tomar conciencia de los pensamientos que tenemos, sobre todo cuando una emoción que no nos guste tome mayor protagonismo, para reconducir esos pensamientos dañinos y tener una visión más amplia y con mayor capacidad de adaptación.